¡Paf!
Me avergüenza tener a Alan García de presidente. Siempre fue así. Jamás me convenció como candidato y mucho menos como Jefe de Estado.
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Invariablemente he pensado, desde que tengo uso de razón –que fue en su primer gobierno–, que Alan García era uno de esos políticos taimados, manipuladores y mentirosos que gobernaba como un patriarca o como un Luis o como el último emperador. Su desastroso primer gobierno y su posterior apoyo a Fujimori en la campaña de los noventa terminaron por convencerme de su incapacidad moral para dirigir un país. Hoy, a seis meses de acabar su segundo gobierno, todo me molesta de él: su manejo poco transparente del Estado que ha generado tantos actos de corrupción; su control sobre los medios para acallar investigaciones y minimizar denuncias; su negligencia o abierto desinterés frente a los conflictos sociales en el interior y su impericia para delegar funciones a verdaderos incapaces o a simples rufianes en el peor de los casos. Me molesta incluso su forma de hablar engolada, siempre impostada y trabajada y su léxico más bien limitado (jamás sentí que fuera un buen orador). Me molesta además su carácter autoritario, sus maneras y gestos de Gran Benefactor y Salvador que creo deberían estar ya pasadas de moda para un político.
Siempre creí que Alan García representaba mejor que nadie aquello que la política significaba para la mayoría: todos son ladrones, todos son deshonestos y sucios, todos buscan enriquecerse con el poder, etc. Siempre pensé que era un presidente incapaz de llevar a cabo los grandes cambios que el país requiere. En fin, Alan García es un presidente que gobernó –y aún gobierna– el Perú guiado por intereses más bien oscuros y reprochables.
Y por todo eso no me sorprende para nada lo que en el twitter ha pasado a llamarse la #cachetadagate.
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No me sorprendió tanto la conducta impulsiva e irreprimible ante un insulto más bien torpe y chusco y sin duda reprochable (dicen que solo la verdad ofende, ¿no?), sino lo que sucedió a lo largo de toda la semana: mutis total por parte de los principales medios, hermetismo absoluto de parte de los políticos de oposición, renuncia de periodistas tras censura, amenazas a la prensa, un presidente del Poder Judicial que parecía estar declarando desde el corral OK, un repentino autoinculpado que destilaba falsedad por los todos los poros y un presidente de la República que con cada declaración diaria se mostraba más embarrado y apocado frente a la trama de mentiras que él mismo había montado y que se desbarataba frente a los testimonios y videos que aparecían a lo largo de las horas. Los psicólogos dicen que el mitómano crea sus propias mentiras para obtener prestigio y ganar el respeto de los demás, pero Alan García desconoce que hoy la Internet puede desmontar sus mentiras con extrema celeridad y dejarlo en el calamitoso estado de la ridiculez.
Una lástima por lo que les toca a algunos medios de comunicación. Una lástima por aquella incapacidad de decir la verdad y no reconocer que el presidente es un ciudadano más. Supongo que el miedo te atenaza y te hace pensar en demasiadas variables por considerar, pero la mentira debía parar. No debemos dejar que esta se institucionalice. Bien por los medios y periodistas, muchos de ellos virtuales, que informaron con precisión e imparcialidad.
Lástima por nosotros, que aprobamos la gestión de alguien que nos miente en fomra compulsiva y no cumple a cabalidad su rol de Jefe de Estado.
Espero de todo corazón que Alan García no salga reelegido en el 2016.
Algunos enlaces:
La flamante página web del Diario 16 que informó valientemente la noticia el domingo pasado.
Puedes seguir en el Facebook del Útero de Marita todos los hechos que se sucedieron hora tras hora desde que empezó la #cachetadagate. Ojo a los enlaces, todos muy buenos.
El mismo Marco Sifuentes escribe en su columna de Perú.21 y analiza, mejor que cualquiera, la importancia de la Internet en este escándalo.
También informa con precisión el blog Desde el Tercer Piso, con abundantes datos esclarecedores, más videos y enlaces.
El blog de Heduardo nos matiza toda la información para no deprimirnos (demasiado).
Lean el blog de Raúl Mendoza Cánepa. Un comentario acertado sobre las bravatas de Villa Stein.
La columna de Jorge Bruce en La República es otro interesante y muy lúcido análisis sobre el asunto.
Y por último, el misterioso e hilarante Buda de Nieve con sus videos “intervenidos”, cada cual más genial que el anterior. Este blog es de verdad excelente, se los recomiendo y suscribo cada palabra que dice el autor.
Ell mejor comentario sobre el encubrimiento de Javier Racchumí lo hace, nuevamente, Carlín: