¡Es día de elecciones!
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Es domingo, son las 7:30 de la noche y todo en esta ciudad vulgar se reduce a saber quién será su nueva y flamante alcaldesa. Por lo que a mí respecta, desde las primeras horas de la tarde, luego de recibir el primer sondeo a boca de urna (y después de ver esta noticia), solo tengo en mente esta escena de Pandillas de Nueva York de Scorsese y creo que de alguna manera es el resumen de lo que quiero ilustrar sobre estas elecciones municipales.
Para empezar, creo que esta fue una de las mejores elecciones que he vivido. Solo comparable en emociones y compromisos con la elección presidencial del 2000 que la viví en la universidad y en los estados más alterados que yo recuerde. No fue la primera elección en la que participé, pero sí decididamente la primera en la que me interesé a fondo. Consumía mucha televisión y compraba dos o tres periódicos al día por aquellos tiempos. Leía más que hoy, discutía y defendía mis puntos de vista con los pocos amigos que tenía en la universidad mientras las noticias se sucedían día a día con tremenda celeridad. Al menos, eso creía. Porque allí radica, como no, la gran novedad en los comicios de hoy: su rapidez e inmediatez gracias al Internet. De allí que esta elección me gustó vivirla desde el comienzo sin limitarme a contar con la televisión y los diarios como referentes. Esta elección, que se sigue desde el Twitter y el Facebook, que se comparte como un susurro por la red (o con un Buzz del Google), que se paladea desde las plataformas de los principales diarios de Lima y que me acompaña desde mi teléfono móvil, me rodea y bombardea desde todos los frentes y yo lo disfruto hasta el delirio.
Porque de esto es de lo que se trata todo. Información. Es una obsesión recurrente que me acompaña desde hace unos años y lejos de abandonarme, es una fuerza que me mueve más cada día. Me gustó seguir estas elecciones por todos los medios virtuales que tuve a mi alcance. Es fascinante todo lo que puedes leer en los editoriales de Aldo Mariátegui o en los enlaces del Útero de Marita por el Facebook o en los dibujos de Carlín o en los titulares de Expreso y La Razón o en los tweets de @alvaroportales.
Es una lástima que en el mundo real las elecciones de este año –y de hecho, todas las elecciones– hayan sido solo una falsa postura más de los políticos que siempre dicen lo mismo, mienten y roban; los políticos solo motivan en la gente, y en muchos de mis amigos, el desdén y desidia contra las instituciones y su manejo, cuando no el rechazo y el odio más militante. Ya me convencí hace un tiempo que nuestro país solo será un lugar civilizado cuando empecemos a valorar los institucionalismos gubernamentales, cuando tengamos fe en las personas decentes que aspiran a cargos públicos, cuando nos sacudamos de esa premisa de que “no importa si roba o mate, lo que importa es que haga obras”. Mi país es todavía una selva espesa e informe en donde podríamos hacerle caso a Kurtz, embobados por su poder, su mesianosmo y sus discursos lisérgicos e inconexos. Hubo un tiempo en que no soportaba eso, me costaba aceptarlo y no me resignaba a que nadie pudiera ver lo mismo que yo. Hoy, todavía me apesadumbro un poco, pero he cambiado la resignación por el asombro y la admiración. Y es que esta selva es maravillosa. Todo es embrujador y fascinante. Todo. Nuestros políticos, nuestros periodistas, los electores y, claro, la información. Toda la información.
En estos momentos la ONPE da a conocer las primeras cifras de los resultados oficiales. Todo parece indicar que Susana Villarán ganará las elecciones.
Un par de notas a pie de página:
Primero, la portada de hoy del diario La Razón. La vi por la mañana cuando fui a votar. Huelgan comentarios:
La caricatura de Carlín publicada el día del periodista:
Y el mejor resumen de la triangulación prensa, poder y manipulación de estas elecciones. Una joya:
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